
Todavía recuerdo cuando la Señorita María del Carmen me sentenció, fue un día frió de invierno, estábamos por tomar el mate cocido con leche.
Me sentía especial por estar en el rincón, era ese lugar donde solamente yo y nadie mas que yo estaba, estaba lejos de sentir el calor de mis compañeritos. Podía oler el olor a humedad de la pared miraba por la ventana el día gris, y especialmente lloviznaba. Pensaba en mi mamá, en el palabrerío que me podía llegar a decir si se enteraba de que me habían mandado al rincón.
Tenia miedo de que me prohibieran ver televisión, que no me dejaran jugar en la vereda, que no me llevaran al parque.
Recuerdo que ese día había estado jugando con un compañerito. Lautaro era ese compañero al cual jugabas todo el tiempo, el cual iba a tu casa a merendar para luego jugar toda la tarde.
Ese día estábamos sentados en la mesita amarilla rodeados de nenas, estábamos riéndonos, y provocándonos. Ellas hablaban de nuestra amistad, decían que estábamos mucho tiempo juntos.
Es más muchas veces jugamos con ellas con las muñecas, o nos hacíamos los enfermos para que "las enfermeras nos curaran". En esa inocencia, sucedió algo que me marcó toda la vida.
Las niñas querían que nos besemos, recuerdo que por mi interior recorrió un calor intenso que hoy llamo vergüenza, lo pedían. Observe a Lautaro entusiasmado, sonriente, colorado. Lo tenía en frente, me aseguré que la Señorita María del Carmen no estuviera observando la situación, acerque mi cara y lo bese. Fue un segundo, ese segundo que bastó para marcarme el resto de mi vida. En ese segundo los ojos de la Señorita se clavaron en mi, aún recuerdo esa mirada de horror.
FEDERICO AL RINCON!!!!!! esas fueron sus palabras. Supongo que hice algo que según el criterio de la Señorita María del Carmen no tendría que haber cometido.
Con los cachetes colorado me retire de la mesita y con la frente en alto me fui al rincón. Luego a Lautaro lo sacaron del jardín.
Al margen de esto, hoy me siento como ese día, me mandaron al rincón. Siento que me condenaron por algo que no tendría que haber dicho. Es una porquería de situación cuando con la humilde verdad de decir lo que sentís o de hacer lo que sentís provocas que alguien te condene y te mande al rincón. Esta vez estoy molesto, me irrita pensar en que estoy en el rincón!! por que soy una persona libre, libre de decir y hacer, y por sobre todas las cosas libre de sentir.